Uno no quiere nada

Estando en el cerro y mirando cómo las piedras bajo tus pies se van desmoronando mientras te quedas parado, mirando la inmensidad de la NADA., puedes haber comenzado a preguntarte qué mierda estás haciendo ahí parado, muriendo de frío y sin mover un dedo.
Bueno, la verdad, no estás haciendo nada productivo, así que te sientes culpable... por las benditas convenciones sociales, y porque deberías estar haciendo ALGO.
Hijo mío, si te sentiste así alguna vez, eres uno más de 6000 millones de personas. Pero si además de sentirte así, simplemente te tiraste del cerro a propósito, debes estar bien jodido y eres bienvenido a la comunidad xD.
En más de una ocasión me he puesto a pensar en la corriente moralista que nos rige por el sólo hecho de estar inmersos en un contexto social.
Un ejemplo claro, es el de la gente que hace ejercicio...
Vas por un parque fumando un cigarro, con tu pinta desaliñada, y el pelo despeinado, y al lado tuyo pasa un tipo todo fitness, arreglado, casi odioso corriendo al ritmo de una canción de quién sabe quién.

Piensas:

- Uh, carajo...

Te sientes feliz de ser tan flojo como para no ponerte a correr como idiota a las 9 de la mañana con un frío del demonio, (mal que mal eres masoquista, pero no estúpido) y con relativamente poca ropa. La falta de voluntad en tu sistema es casi olímpica. Hasta que te das cuenta de que el resto de la gente ve a este gallo y casi hasta esbozan una sonrisa.
Es ahí cuando piensas...

- Oye, espera un momento... Qué m...

Luego, un tipo en bicicleta. Otro modelo de comportamiento socialmente aceptable

- Carajo, otro más... tan sanos, son casi enfermos.

Luego llegas a la casa y tienes dos opciones:

a) Olvidar el episodio ultra irrelevante que acaba de ocurrir, sentarte en el sofá y tomarte un café bien cargado porque ¡¡¡¡chucha que hace frío!!!!.
b) Ingeniártelas para hacer un verdadero caldo de cabeza de la situación.

Yo, siempre opto por b.
Así que empecé a pensar en las vicisitudes del sistema, y luego de pasar por una etapa de desadaptación (que duró unos 20 minutos), no llegué a nada.
Porque nadie estaría dispuesto a considerar aceptable la situación en que un individuo autodestructivo se siente con el derecho a juzgar a dos personas decentes y sanas que andan corriendo y andando en bici para sentirse bien tanto mental como físicamente.
Excepto las personas que se sienten tan representadas por el modelo, como el monito del bioterio de la Católica al que le meten un chip en el cerebro. O el ratoncito que es decapitado para ver las neuronas en el laboratorio de la Chile. Nosotros, los desadaptados, los que sobran, etc etc.
Lo único que te queda es ese gustito amargo y un poco de resentimiento porque el caminar por el parque, tiritando de frío, fumando un cigarro (que es, verdaderamente idiota cuando hace frío, por la vasoconstricción), y pateando la perra por X problema es algo tan común como manera de autoflagelamiento que ni siquiera es relevante a los ojos de la multitud vacuna.
Para otros, es una forma de arte en extinción, tal como el sobreponerte en dos segundos cuando alguien está llorando en tu hombro, y debes subirle el ánimo... aunque ésa persona te guste y te acabe de confesar que le gusta otro. (O algo peor... como...)
Te paras en milésimas de segundo, la miras a los ojos con aire de "chocman" y muy quijotescamente dices:

- No te preocupes, todo va a salir bien.

La infinita broma cruel no se acaba cuando eres alguien que no quiere ni le gusta nada.